La feria de La Ascensión vuelve para «crecer» en Oviedo y promete «batir todos los récords» | El Comercio

2022-05-28 02:24:07 By : Ms. Sinny Liang

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Alfredo Canteli y Covadonga Díaz; detrás, Alfredo García Quintana y Conchita Méndez. / FOTOS: PABLO LORENZANA

La Real Banda de Gaitas Ciudad de Oviedo marcó ayer el inicio de la tradicional feria agroganadera de La Ascensión en la capital del Principado desde la plaza de la Catedral, uno de los escenarios principales este años. La sentencia del TSJA que impide la celebración de conciertos o «actuaciones similares» ha obligado a 'abandonar' la Losa, núcleo central de pasadas ediciones.

El homenaje de la ciudad al medio rural y a sus gentes vuelve durante tres días a la ciudad con fuerzas renovadas y en toda su plenitud tras dos años de pandemia y con la promesa de ir a convertirse en la «fiesta exponencial de Oviedo». Así lo manifestó el alcalde, Alfredo Canteli, rodeado de decenas de gaitas, tambores y al lado de los ediles del equipo de gobierno -Partido Popular y Ciudadanos- durante el paseillo inaugural del mercadillo que abrió ayer sus puertas en las calles de El Antiguo y el Campo San Francisco.

Allí, mientras iba saludando uno a uno a los casi un centenar de artesanos llegados desde todos los rincones de la región en las plazas de Alfonso II y Porlier, la calle Eusebio González Abascal y La Herradura y el Bombé, el regidor admitió sentirse «con mucha ilusión y con mucha alegría». Su objetivo: «Consolidar y hacer crecer» La Ascensión para potenciar el calendario festivo que ya forman «San Mateo, Navidad y el Desarme», y que este año recupera la tradicional feria de ganado, trasladada a El Asturcón por los retrasos en las obras del nuevo recinto ferial de La Florida. Este último, confió, será la sede del próximo año.

La Ascensión, a mayores, explicó Canteli, supone «un atractivo» turístico «para que la gente venga a Oviedo y disfrute»; el inicio «de una progresión permanente de las fiestas de La Ascensión»; una excusa «para llenar Oviedo de gente»; y, además, «apoyar a los artesanos a salir adelante» tras las inclemencias económicas de la crisis sanitaria y la reciente escalada de todos los costes de producción.

«Van a pasar muchos miles de personas por aquí», sentenció el primer edil, para explicar a renglón seguido el registro de picos de ocupación hotelera para este fin de semana. «Ya estamos con una ocupación muy alta permanentemente» y esta puede ser, confirmó, la antesala de un verano que se prevé «bueno, como viene siéndolo durante estos tres años a pesar de la pandemia».

En lo que respecta al mercadillo artesanal, entre las plazas de la Catedral y Porlier y la calle Eusebio González Abascal se han repartido 69 puestos de todo tipo, 11 dedicados exclusivamente a los trabajos artesanos en el Paseo del Bombé del Campo, y otros 12 en La Herradura, frente al edificio del Pavo Real, con todo tipo de complementos, ropa o la cotizada cuchillería de Taramundi.

Desde Porlier, en el puesto de Pico de Fiel, proveniente de Boal, Santiago Suárez y Manuela Rodríguez comenzaron desde bien temprano a hacer sus primeras ventas. «La Ascensión es la feria en la que más se vende de todo el año y si el tiempo acompaña, que parece que sí, puede batir todos los récords. Llevamos viniendo cerca de doce años y en cada edición se vende más que la anterior, a la gente le encanta», celebró el primero.

De nuevo, como en otras ocasiones, el queso casi copó la oferta de alimentos. Llegada desde Amieva, Aurora Pilar González, de la quesería La Collada, se estrenó en la plaza de la Catedral, aunque su familia participa desde hace décadas en la feria. «Siempre nos quedamos satisfechos con La Ascensión y este año esperamos estarlo más todavía, además, porque volvemos a reanudar nuestras vidas».

«Es la feria en la que más se vende de todas en las que estamos», comentó desde el Puestín de Taramundi José Manuel Rodil mientras le vendía uno de sus afamadas navajas al leonés Donato Villarroel. «Llevo diez años viniendo y no suele defraudar siempre que las tormentas pasen de largo».

No solo productos asturianos tradicionales. También otras propuestas más arriesgadas como el puesto de café de autor de Alejandro Arbesú; el obrador sin gluten del hostelero local Edén Jiménez. Tampoco faltaron juegos infantiles -en la plaza del Ayuntamiento-, el tradicional Festival de la Canción Asturiana y un nutrido surtido de talleres artesanos en el Bombé de madreñas, madera, encaje de bolillos, cuero o cestería. Un órdago, en definitiva, desde el campo y la vida rural para toda la ciudad y la región.